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  • Cristian Taborda

Globalización y nacionalismo inclusivo: sobre el nacionalismo americano y el nacionalismo europeo.

“En los tiempos modernos, una política internacional apropiada debe influir en los pueblos”. Juan Domingo Perón.


La etapa de la globalización se ha caracterizado por la interconexión tecnológica, la internacionalización de las cadenas de valor, el crecimiento del comercio mundial, el incremento de la riqueza de las elites y el de la desigualdad respecto a los pueblos. Este último punto reconocido por el mismo Klaus Schwab en Davos y denunciado por Vladimir Putin en el mismo foro como una “Estratificación social a nivel mundial” con riesgos de un “colapso real”. El estado de situación actual se debe sin lugar a dudas a la concentración de la riqueza en una minoría sin atender ni haber tenido en cuenta en ese proyecto globalista a los pueblos, excluyendolos y empobreciendolos, por el contrario no solo se aceleró la desigualdad social sino las contradicciones con un ataque a las identidades culturales y la destrucción de los valores tradicionales de Occidente. Frente a esta realidad ha surgido como respuesta a nivel global un nuevo nacionalismo con los pueblos como sujetos de la historia, a diferencia del siglo pasado donde las distintas vertientes nacionalistas han tenido como sujeto político a la raza (nazismo), el Estado (fascismo) o la misma nación desentendida del pueblo (nacionalismo oligárquico o elitista).


El mundo unipolar y la hegemonía liberal se han terminado, nos encontramos en un proceso de desglobalización, de regionalización de las cadenas de valor, relocalización de las empresas y reindustrialización de las naciones. La defensa del trabajo local, la industria y los recursos pasan a ser parte de la defensa nacional de los países en un mundo en guerra. El eje central del nuevo nacionalismo, bajo este contexto, es la protección de los puestos de trabajo y la industrialización. Nacionalismo y protección de la industria y el trabajo van de la mano.


La Ciencia Política ha conceptualizado al fenómeno de Juan Domingo Peron y su movimiento justicialista en Argentina, o el de Getulio Vargas en Brasil como “nacionalismo populista o nacional populismo” categoría que hoy en el mundo se ha expandido y se atribuye a nuevas figuras tanto de América como Europa desde Donald Trump, Lopez Obrador, Marine Le Pen, a Giorgia Meloni, entre otros. Esta conceptualización identifica a los gobiernos de Perón y Vargas como movimientos nacionalistas, con políticas populares, de ayuda social, una economía proteccionista e industrialistas. La diferencia esencial entre el nacionalismo popular de Perón frente al viejo nacionalismo europeo reside en la concepción del sujeto político y la vinculación con las otras nacionalidades y nacionalismos. En el peronismo el sujeto político ha sido el trabajador en su comunidad nacional, los trabajadores organizados y en su nación, es decir, a diferencia del marxismo los trabajadores si tienen una patria y en el otro aspecto el justicialismo se constituye con una política de brazos abiertos a quienes quieran habitar el suelo argentino como marca la constitución Argentina y con una relación de amistad con las naciones vecinas, el mismo Perón tenía como proyecto conformar una alianza estratégica Sudamericana junto a Getulio Vargas e Ibañez (ex presidente de Chile) denominada “ABC” (Argentina-Brasil-Chile) como paso previo a una integración americana plena. A diferencia del nacionalismo europeo del siglo pasado caracterizado por no tener al pueblo como sujeto político, marcado por la hostilidad hacia otras naciones, el expansionismo y la exclusión, el peronismo se ha presentado como un nacionalismo inclusivo o de inclusión, tanto en materia económica como socio-cultural se ha encargado de integrar a los excluidos.


Este nacionalismo americano es el que hoy se expande a nivel mundial con distintos matices y sus propias características culturales según la nación, donde los pueblos son sujetos de la historia y que como el fuego crece de abajo hacia arriba, trasciende a las categorías espaciales heredadas de la Revolución Francesa de izquierda o derecha, ya que los pueblos no son ni de izquierda ni derecha buscan tanto justicia social como libertad y seguridad tal como dice el filósofo Aleksandr Dugin.

Es tal así que uno de los principales asesores e influencers ideológicos de Donald Trump, Steve Bannon, ha caracterizado la nueva etapa del Movimiento “MAGA” y priorizado la campaña de cara a las elecciones de este año bajo la consigna de un “nacionalismo inclusivo” y así se ha visto reflejado en los spots y discursos del expresidente. Téngase en cuenta que un fuente importantes de los electores del republicano se centra en el voto latino-hispano y otro en los afro del movimiento “Black lives Maga” sumado al malón de trabajadores y sectores más postergados de la población por las políticas demócratas y desplazados a los márgenes por la globalización. El mismo Trump se ha definido como un “nacionalista popular” del cual se siente “orgulloso”.


Sin dudas tanto Trump, como Le Pen, o Meloni han enfrentado y sobre ellos actúa la acusación de xenofobia por sus políticas antimigratorias que responde a la defensa de sus fronteras pero que más allá del ataque propagandístico de sectores progresistas cada vez se vuelven más flexibles y pierden fuerza por la composición de sus votantes paradójicamente en algunos casos sectores pobres y migrantes, o hijos de migrantes.


Entre el nacionalismo americano y el nacionalismo europeo, hay en eurasia una excepción que quizás sea hoy el ejemplo claro de nacionalismo inclusivo: la Federación Rusa. Tras la catástrofe que produjo la implosión de la URSS y el desastre de Yeltsin, del comunismo y el liberalismo se abrió pasó a un nuevo nacionalismo que logró recuperar la unidad y la identidad rusa en la Federación bajó el mando de Vladimir Putin quien logró integrar las 24 repúblicas en su diversidad.


Resalta como característica principal del nacionalismo americano la integración del distinto y la inclusión de lo diverso reafirmando el patriotismo y la defensa del interés nacional como una unidad. Lejos del nacionalismo etnico, del nacionalismo racial y del darwinismo social se presenta como un nacionalismo cultural. En la Argentina está posición se encuentra sintetizada en una doctrina nacional pero de aplicación universal que hoy parece expandirse por el mundo y encuentra aceptación en los pueblos que buscan la paz y no la guerra, la armonía y no el conflicto, la felicidad y la grandeza de su patria no la destrucción del otro.

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